El amor es la fuente de toda creación.
Compartir ese amor es lo que hace del mundo un lugar más hermoso.
Escribo para mí; escribo por necesidad, y por placer. Seguiría escribiendo aunque no hubiera nadie que leyera mis historias.
Pero estáis aquí. Y cada día sois más. Y escribo para vosotros, ahora, y hacerlo me llena de gozo. Poder compartir lo bueno que uno tiene dentro es un placer que no se puede describir con palabras.
Habéis dejado muchos comentarios, aquí en el blog, en mi muro de facebook, en mi buzón de mensajes privados...
me he tomado la libertad de copiar algunos, porque son hermosos y deseo compartirlos. Gracias a mis nuevos compañeros de viaje por vuestras palabras. Cada vez que alguien me dice "me ha enganchado tu historia", "tienes talento", "escribes como los ángeles" o "gracias por compartirlo" mi corazón se estremece y se hace grande, y mis musas se crecen y se vuelven generosas conmigo. La historia avanza, y desea llegar a vuestros corazones.
Por eso hoy, que es un día tan especial para mí y para Thèramon, os dejo otro pedacito de Criatura de Fuego, Criatura de Luz . Espero que lo disfrutéis tanto como los anteriores. Y a ver si esta vez puedo ver vuestros comentarios debajo del texto (aunque volveré a rescatarlos de mi muro si es preciso, y los pondré aquí como he hecho con éstos):
Irene Comendador Marcos magnifica recomendación, Bea esribes como los angeles, enhorabuena, en cuanto blogger me deje hacerme seguidora, me apunto a tu carro guapa, besos para ambos ;)
Marcos Dk ya estoy viendo tu blog...es impresionante como escribes. Empecé a leer el pedacito de Theramon y no pude parar...
Marcos Dk ... Confieso que me ha dolido un poquito... Me ha hecho sentir pequeñito... Me queda mucho por aprender.
Diego Castro Sanchez Ya he dado el primer vistazo, muy buena pinta. ya soy seguidor del blog.
Jordi Nogués Tres Profecías Tienes un corazón enorme, Bea. Gracias por compartirlo con todo el mundo.
Ana Magaña Lopez bea, al final, ire a verte, para leer lo que tengas escrito, me he enganchado y solo me puedo desengenchar leyendo un beso muy fuerte
Miki Trilla Barrios acabo de ver tu blog... sencillamente espectacular. he estado ojeando los pedacitos de tu creacion... sigue poniendo todo tu corazon en ello, aunque las musas jueguen a esconderse, buscalas, y disfruta en su busca, ellas alegraran tu camino hacia la felicidad, ya sea materializado en tu historia... o simplemente en el mismo, porque la felicidad esta en nos mismos; tenemos que compartir con todo el mundo nuestro sentir... espero que la gestacion sea corta y poder ver el resultado pronto, un abrazo, nos vemos...
Raquel Cruz .. Es que es increible! tiene unas descripciones asombrosas, una originalidad en cuanto a nombres e ideas... que me hace pensar que tienes en tu cabecita un mundo de criaturas y tierras ineditas, que nos va a dejar con la boca abierta. Si, sí, algo me dice que la bomba está por explotar.
Julia Siles Ortega Y ahí sigue... deleitándonos una vez más. ¿Os lo vais a perder? Noooo!!!
- © Bea Magaña (Reservados todos los derechos)
"Aquella tierra de nadie, la región desolada que señalaba el comienzo de Efenag Dalnu viniendo desde el sur, se le antojaba a la niña interminable. La tierra árida le lastimaba los pequeños pies calzados con sandalias y el polvo se le acumulaba en las ropas castigadas por el largo viaje, y amenazaba con anegar sus pulmones. La vegetación brillaba por su ausencia, y el arroyo más cercano se encontraba en la frontera con Minroq Dalnu, a varias millas de distancia. Hacía varias horas que Aeblir había aparecido por el oeste siguiendo los pasos de su hermano menor, y la niña sentía sus ardientes dedos en la nuca, que agudizaban la sequedad de su garganta y ponían en evidencia el agotamiento de sus miembros. Pero no desfalleció, ni aminoró la marcha. Su abuelo le había dicho que no debían entretenerse, que no podían detenerse, que era peligroso para ellos permanecer mucho tiempo a la vista, y ella no tenía motivos para dudar de sus palabras.
-¿Estás muy cansada, niña mía?
-Puedo andar un rato más, abuelo. Pero tengo sed.
-Mira, pequeña, mira hacia delante, ¿ves esas torres? Pues cuando lleguemos hasta ellas podremos refrescarnos en el arroyo y descansar unos minutos, ¿te ves capaz de caminar esa distancia, o prefieres que te lleve sobre mi espalda?
La niña esbozó una sonrisa radiante.
-Me gusta viajar sobre tu espalda, abuelo. Pero sé que eso te cansa, y yo puedo esperar hasta la noche. Además, Aladar me dijo que si caminaba mucho me haría grande y fuerte, y quiero ser grande para poder seguir tu ritmo y dejar de retrasarte.
-Serás grande, niña mía, y fuerte, y poderosa. Llegará un día en el que no tendrás que seguir viajando, ni escondiéndote, encontraré un lugar en el que puedas crecer como una niña normal, no siempre seremos nómadas, te lo prometo.
-Estábamos bien en Oassian. Allí no teníamos que escondernos.
La risa del hombre la sorprendió. Era demasiado joven para comprender el significado de la palabra ironía.
-Mi pequeña, Oassian es uno de los escondites más secretos del mundo. Sólo otros ilohiim sabrían encontrarlo.
-Entonces, ¿por qué nos marchamos de allí?
-Porque allí no podías crecer como una niña normal.
El arroyo no era profundo. La niña se refrescó los pies y bebió hasta calmar su sed. Ahora podía ver delante de ella las primeras torres derruidas, supervivientes de una época anterior a la devastación de la campiña que se extendía a los pies de Boreade Efenik. Monumentos gloriosos de espléndida alzada y magníficos sillares que parecían haber sido levantados por gigantes, erigidos durante los años de esplendor de un reino que no había conocido la discordia, amenazadores bastiones utilizados después como puesto de vigilancia, fortalezas defensivas durante las guerras que sacudirían el mundo en una época de confusión ahora olvidada.; belleza entre tanta maldad, la arrogancia de los hombres abocada a la caída, la destrucción de hermosas joyas, legado de los Antiguos, a cambio de una paz que no duraría eternamente; gigantes olvidados excepto en las leyendas y en las canciones, hoy hogar para las aves y la maleza, aún impresionantes a pesar del abandono, sobrecogieron a la niña que nunca había visto construcciones semejantes. Qué lejos quedaban los bosques ancestrales, la hermosa ciudad de Oassian, edificaciones sencillas para unas gentes poderosas que no gustaban de alardear de su poder pese a la arrogancia que les era propia. Las antiguas guerras habían dejado cicatrices a lo largo y ancho de Thèramon, pero no en las Ciudades Ocultas en las que la magia pervivía. Y sin embargo había sido la magia, los ilohiim quienes ayudaron a construir esas torres y muchas otras maravillas que más tarde corromperían los corazones de los hombres, en un época remota en que las guerras eran asunto de los dioses y el Mar aún bañaba las costas del mundo.
La hierba era rala junto a las ruinas cercadas de espinos y enredaderas, pero crecía abundante y salvaje a lo largo del camino apenas transitado, y fue un alivio para sus pies cansados dejar atrás la tierra pedregosa y agrietada. Incluso el aire se le antojó más fresco, a pesar de la presencia de Aeblir el castigador. Los cantos de infinidad de aves le dieron la bienvenida, y muchos árboles que crecían dispersos a su alrededor agitaban las ramas a modo de saludo a su paso.
-Qué diferente es este lugar del que hemos dejado atrás. Ya no me siento triste como esta mañana. Me parecía que la tierra lloraba, abuelo. Que me decía cosas, que me contaba una historia. Pero la tierra no puede hablar, la tierra es como las rocas, que no están vivas.
-Niña mía, ¿no has aprendido nada de tu estancia en Oassian? ¿Acaso los Ma Daraii no te enseñaron a escuchar con los oídos del corazón? Tu naturaleza te hace sensible a las voces de la tierra tanto como a las de las plantas. Especialmente en Nunak Dev. Pero has de crecer más para comprender lo que ahora no puedo explicarte. No tengas prisa, pequeña, tienes todo el tiempo del mundo para descubrir todos los secretos importantes.
-Esta tierra también tiene un secreto, pero no me lo quiere contar. ¿Conoces tú ese secreto, abuelo?
El hombre no quiso responder a esa pregunta.
-¿Qué sientes en este momento? Dime qué siente tu corazón.
-Nostalgia -dijo la niña, después de buscar en su interior-. Como la alegría de haber vuelto al hogar, pero también como una pena muy grande por el hogar perdido. ¿Tiene sentido, abuelo?
El hombre esbozó una sonrisa cargada de tristeza.
-¿Vamos a quedarnos en este lugar?
-No, pequeña. Este lugar no es seguro para nosotros. Nos aguarda un largo viaje a través de las montañas.
-¿Creceré durante nuestro viaje?
-Ya lo creo que sí. Es un viaje muy largo.
Se giraron hacia el norte. El hombre señaló con el brazo extendido, pero la niña no veía la silueta de Boreade Mört. Suponía que no iban a llegar allí antes del anochecer.
-Piensas en algo frío y blanco, ¿qué es, abuelo?
-Sibh Eryal, el Desierto de Hielo. Debemos atravesarlo para alcanzar nuestro destino.
-¿Qué hay más allá del Desierto de Hielo?
-Un lugar seguro para ti.
-No me asusta el viaje a través de las montañas. No me asusta nada si estás conmigo.
Le dieron la espalda al País de las Torres y reanudaron su camino, rumbo al norte esta vez.
A ratos conversaban. La niña hacía preguntas y el hombre las contestaba, no siempre de forma directa, pero a ella no le importaba. Podía adivinar el estado de ánimo del hombre, suponía ella que porque estaba muy unida a él y le conocía bien. No era tan joven como aparentaba, pero sí lo suficiente como para no haber descubierto aún el poder que guardaba en su interior.
Los Ma Daraii le habían enseñado muchas cosas. Pero tampoco ellos habían podido ver qué clase de criatura se escondía detrás de su Apariencia.
-Debes alejarla de Oassian -le había dicho el anciano Aladar al hombre, no sin pena-, debes permitirle crecer como una dizseiim. Necesita desarrollarse, para descubrir el alcance de su poder. En nuestra ciudad tardaría demasiado en crecer. Y me temo que la Magia que se respira en este lugar no la está beneficiando. Debes devolverla al mundo que la vio nacer. Ocúltala tan bien como puedas, pues corre un gran peligro, como bien sabes. Y cuando haya crecido, llévala a Oasyna. Lil Duma es mucho más que un ilohiim; él puede ver mucho más lejos que el resto de los hombres. Es posible que pueda ayudarte.
Caminaron durante horas, hasta que las montañas aparecieron en el horizonte, llenando a la niña de emoción y renovando sus energías. Aeblir había alcanzado a su hermano en el cielo, pronto le arroparía con su manto granate y ambos irían, convertidos en uno solo, al encuentro de Fsaira, la indómita, que asomaba por el este y por el este se ocultaba llevando consigo a los hijos de Ulcus y poniendo así fin al día. La pequeña se soltó de la mano del hombre y gritó de alegría. El abuelo le había prometido que crecería durante su viaje a través de las montañas, y se moría de ganas de alcanzarlas. El deseo pareció poner alas en sus pies y avanzó ligera como una hoja arrastrada por el viento, más veloz que el carro de fuego de Aeblir, adelantándose a la salida de Fsaira".
Gracias en especial a Julia, Jordi y Raquel, y a sus novelas, que tanto han inspirado a mis musas: Lealtades Enfrentadas, Tres Profecías, y El Arcángel de Luz.
Si antes de que acabe el mes hemos llegado a las 1300 visitas, voy a empezar a creerme en serio que nos vamos a ver los cuatro en las librerías dentro de muy poco tiempo.
Los dioses dirán.
Yo sigo creyendo en el Cosmos.