jueves, 31 de enero de 2013

Promesas


Ya sabes cuáles son los pilares básicos de Thèramon: el honor, el valor, la fe, la honestidad, la lealtad. Esos pilares rigen mi vida. Sé que soy demasiado inocente, o ingenua, porque tiendo a utilizar más el corazón que la cabeza, y aunque no me considero una persona valiente, sí soy honesta, leal y no dejo promesas sin cumplir. Aunque a veces tarde, porque mi tiempo libre es escaso y son muchas mis ocupaciones (ésas son las promesas que dependen de mí), o porque se requiera tiempo, trabajo y constancia, y voluntad (ésas son las promesas que dependen de ti). Sé que no todo el mundo comparte mis ideales; que hay demasiada hipocresía, egoísmo, mentira y traición a mi alrededor. Pero también sé que hay bondad, inocencia y amor suficientes para hacerme olvidar el dolor y la tristeza que me provocan los sentimientos negativos y las malas acciones de las personas, tanto de las que no me importan demasiado como de aquéllas en las que decido confiar y a las que aprecio.

Quiero pensar que la bondad siempre vence. Si creyera que la Oscuridad tiene alguna posibilidad, Thèramon no existiría. Mi fe se tambalea a veces, pero nunca la pierdo del todo, y cada vez se hace más fuerte. Sé que hay muchísimas cosas buenas esperándonos más adelante en el camino, lo sé porque las he visto. Todavía me gana la impaciencia algunos días, y entonces Cosmos me envía un mensaje que me abre los ojos y me hace comprender que todas mis dudas son estúpidas. Ocurrirá, dicen los Dragones Cisne; Ocurrirá, dice el amado de los dioses. Y yo creo, porque sé con certeza que así será. Porque ya lo he visto.

El año pasado afirmé una serie de cosas que a día de hoy ya se han cumplido. Ama y cree, porque esto sucederá; ¿creías que lo decía para quedar bien, porque trataba de animarte, pensabas que no creía realmente en tus sueños, en tu talento, en tus proyectos o en tu valía? ¿Que me limitaba a expresar en voz alta mis propios deseos? Ahora ya sabes que mi intuición no suele equivocarse; que cuando te digo que el destino siempre se cumple, no estoy simplemente repitiendo un mantra, que cuando te prometo que todos los sueños se cumplen cuando estamos preparados te estoy haciendo una promesa; y las promesas son sagradas; apuesto mi honor a que ocurrirá, porque mi honor es lo más valioso que poseo, y no tengo miedo de perderlo al apostarlo.

Por eso te insto a que no dejes de creer. Aunque a veces tengas dudas, aunque te encuentres con obstáculos que te parecen insuperables, aunque la oscuridad sea tan densa que no te permita ver una pequeña luz de esperanza, esa luz siempre está ahí, brilla en Thèramon, pero es el reflejo de tu propia alma. Ama y cree. Y sigue luchando para hacer realidad lo que imaginas, porque llegará el momento en el que estarás preparado para empezar a vivirlo.

Acabaré las correcciones (dame tiempo); acabaré la novela que tengo entre manos (dame tiempo); la publicaré, como tú has publicado la tuya después de que haya pasado por mis manos (cree); acabaré una de las Historias de Thèramon y también la verás en tu estantería, si quieres (cree); y te daré ese abrazo que tengo guardado especialmente para ti. Sucederá.

Hoy te dejo el final del capítulo que unió a Silenia y a Sena (Seine) junto a las orillas del Estanque de Plata. Me gusta especialmente ese capítulo porque habla de promesas. Y de destino.

¿Recuerdas cómo terminaba el capítulo anterior? «Al atardecer, vestida con sus ropas de princesa, se deslizó por los oscuros Pasadizos y llegó hasta la puerta secreta.»

Pues desde ahí parte el de hoy. Sé que es breve, discúlpame si después de tanto tiempo de silencio esperabas un texto más extenso. He aprovechado que no era muy largo para extenderme en mi mensaje, y sé que te interesa más leer sobre Thèramon que escuchar mis divagaciones. Pero yo también soy Thèramon. No debes olvidarlo.
Ama y cree.

***

© Bea Magaña (Reservados todos los derechos)

Dragones Cisne (IV)


"Encontró allí a Sena, esperándola como la noche anterior. Abrió la puerta y le llamó, y el muchacho se acercó a ella, En ningún momento salió la niña al exterior ni permitió que la puerta se cerrara.
Sena casi no la reconoció. Silenia llevaba un vestido verde claro y escarpines blancos manchados de barro, el cabello recogido con una diadema de plata y brillantes y un pañuelo de hilo bordado en una mano. Se enamoró de aquella visión y supo que no se marcharía de Räel Polita hasta que ella le abrazara de nuevo.
—Quiero que aceptes esto —dijo Silenia.
Sena la miró con extrañeza e inquietud. Había supuesto que volvería a acompañarle al Estanque. No se atrevió a coger lo que ella le entregaba. La miró a los ojos, confundido.
—Me ayudaste, y te estaré eternamente agradecida —dijo ella de nuevo—. Por favor, toma esto.
—No esperaba una recompensa —protestó Sena, y sintió que le escocían los ojos.
—Ni yo pensé que pudiera recompensarte, pues nada tengo de valor —dijo Silenia—. Pero tengo a mi hermano Eugene, quien será un buen Caballero cuando sea hombre, y por él he sabido que esto te ayudará a entrar en el ejército. Utilízalo para abrir la puerta. Espero que encuentres donde echar raíces y que veas tu sueño cumplido.
Hizo un gesto con la mano, y por fin Sena se atrevió a tomar lo que le entregaba. No podía saber lo que era, pues la niña lo había envuelto en un pañuelo.
—Dijiste que necesitabas una recomendación —sonrió Silenia—. Ésta que ahora te entrego es válida. Acéptala, con mi gratitud.
Sena cerró sus manos temblorosas en torno al pañuelo.
—La utilizaré —prometió—. Seré el soldado que siempre he deseado ser, no te defraudaré, princesa.
Ella hizo una inclinación de cabeza.
—Sé que serás un buen Caballero —le dijo. De pronto, le pareció a Sena que estaba hablando con una reina, no parecía una niña de once años. Se dijo que no lo había parecido en ningún momento—. Gracias por haber sido mi Protector. Si algún día vuelvo a verte, espero que lleves al enseña de los dragones en el cinturón, así podré reconocerte y agradecerte de nuevo lo que has hecho por esta niña.
Sena se llevó un puño cerrado al pecho.
—Si alguna vez voy a la batalla, lucharé en tu nombre, princesa.
—Cuídate, amigo mío. Gracias por todo. Y si vuelves a ver a los Dragones Cisne, salúdalos de mi parte —se despidió Silenia.
Después cerró la puerta y Sena no la vio más. El muchacho desenvolvió el regalo que la princesa le había dado, sus ojos se llenaron de lágrimas de emoción y gratitud, se llevó el pañuelo a los labios y luego al pecho, e hizo una promesa de corazón."

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Por Susana © Registrado por Bea Magaña

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